Uno más en la cuenta del crimen organizado. Uno de tantos. Ahora le tocó a Rodolfo Torre Cantú, candidato al gobierno de Tamaulipas por una coalición conformada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza.En una emboscada, murió junto con cuatro de sus compañeros de campaña y escoltas. Los rociaron de balas. Ya habló el Secretario de Gobernación, ya habló el Presidente de la República, ya hablaron todos los partidos.
Pero la voz más fuerte, hoy por hoy, sigue siendo el del crimen organizado que grita su poderío en todo el territorio nacional, más en unos estados que otros, pero presente en casi todo el país.
En septiembre de 2005 mataron a Ramón Martín Huerta, secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal. Bueno, en aquel entonces dijeron que fue un lamentable accidente, pero en corto, en los pasillos del poder, todos hablaban del asesinato del funcionario público.
Y así como ese lamentable “accidente”, otros políticos de gran renombre y prestigio nacional perdieron la vida, entre ellos el ex candidato a la Presidencia de la República, Manuel J. Clouthier, “Maquío”.
Mejor ni hablar de Juan Camilo Mouriño, ex secretario de Gobernación federal y el más fuerte candidato a sustituir a Felipe Calderón Hinojosa en 2012. “Dicen” que una falla del piloto hizo que el avión en el que viajaba se estrellara en noviembre de 2008 en pleno Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México.
Y si nos vamos un poco más atrás tenemos los arteros asesinatos del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, quien en 1993 perdiera la vida a manos del crimen organizado, específicamente de los cárteles de la droga que temían dejarlo vivo.
El magnicidio cometido contra Luis Donaldo Colosio Murrieta, en marzo de 1994, cimbró a todo México, sacudió la conciencia de toda la ciudadanía que ya comenzaba a palpar el verdadero poder de los cárteles de la droga.
El crimen contra el candidato a la Presidencia de la República develó hasta donde pueden llegar los criminales de primer nivel que no están dispuestos a perder sus jugosas y multimillonarias ganancias.
Lo más terrible de todo para los mexicanos, es entender los claros mensajes de los narcotraficantes y demás delincuentes que hoy ponen y quitan -a su manera, a su antojo-, a los candidatos a puestos de elección popular.
Todos los sabemos: hoy ponen y quitan a diputados locales, diputados federales, senadores, gobernadores, magistrados. La política y las esferas públicas están coptadas por esos delincuentes. Ellos son los que pretenden comenzar a mandar en este país.
Aquí en Yucatán, por ejemplo, la tremenda golpiza que le dieron recientemente a un diputado local, a quien tiraron a matar, nos dice que la política en este Estado tampoco va por buen camino, y que hay asesinos a sueldos dispuestos a todo con tal de mantener el statu quo.
Aunque no se trata de ser pitoniso en este oficio periodístico, todo parece apuntar que las elecciones federales de 2010 tendrán un elevado nivel de peligrosidad para los candidatos a la Presidencia de la República.
El amor al dinero y al poder de quienes participan en el crimen organizado son extremadamente afrodisiacos, y los delincuentes de altísimo nivel harán todo lo posible para conservar lo que tienen. Todo, hasta pactar con sus eternos rivales.
Mientras tanto, los millones de mexicanos honrados, dedicados al hogar, al trabajo y a la familia, tendrán que estar mucho más atentos al acontecer nacional y mucho más unidos para protegerse de esos que son a todas luces los enemigos de México, los enemigos de la vida.
Por Elmer Ancona
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