02 de Agosto.- En su Tercer Informe de Gobierno, la Gobernadora de Yucatán fue enfática con su equipo de trabajo: “En serio, se los digo a los ojos: o hay entrega total a su trabajo o mejor me entregan su cargo”.
La pregunta que con toda seguridad se harán cientos de ciudadanos es si la Jefa del Ejecutivo estatal está dispuesta a quedarse sin muchos -pero muchos- de sus principales colaboradores enquistados cómodamente en su Gabinete.
A decir verdad, por lo menos la mitad de sus funcionarios públicos dejan que desear con su desempeño. Ella lo sabe, pero hasta ahora no ha hecho nada para remediar el problema. Las advertencias son eso, simples advertencias, pero no pasan de eso.
En materia de desarrollo social o política comunitaria no se ha visto logro alguno, los indígenas yucatecos permanecen en la pobreza total tratando de subsistir a como dé lugar.
Los niños y adultos de origen maya vagan por las colonias de Mérida dedicados a la mendicidad, mientras que los jóvenes yucatecos siguen viendo la migración hacia Estados Unidos como una alternativa de subsistencia.
El campo, por su parte, yace en el abandono y ni los cultivos de traspatio son ya una fuente proveedora de alimentos para quienes antes vivían de las gallinas, los pavos o los cerdos.
En materia de turismo Yucatán está por la calle de la amargura, porque no deja de ser un Estado de pocos turistas, que optan por los estados circunvecinos para estar más días. Turistas nacionales y extranjeros seguirán viendo a Yucatán como de “simple paso inmediato” para sus planes en tanto no les den algo más atractivo.
Los dueños de hoteles y agencias de viajes de Yucatán, "en corto", en privado privado, se truenan los dedos porque no llenan sus cuartos y se ven imposibilitados para pagar la nómina.
Los apoyos gubernamentales son mínimos y como muchos empresarios, tienen que patalear en la Ciudad de México y otras entidades para atraer "con la venia de Dios" a algunos visitantes.
Lo que uno no termina por entender es por qué hoteleros y agencieros aplauden públicamente a las autoridades locales y en privado las cuestionan, las critican, al grado del insulto mórbido. Hay miedo.
Y así como esas secretarías que de “vanguardistas” no tienen nada, muchas otras más padecen y sufren esa situación por culpa de sus titulares. Ese es el gobierno de la Nueva Mayoría que aún no está a la altura de las necesidades sociales.
La pregunta que con toda seguridad se harán cientos de ciudadanos es si la Jefa del Ejecutivo estatal está dispuesta a quedarse sin muchos -pero muchos- de sus principales colaboradores enquistados cómodamente en su Gabinete.
A decir verdad, por lo menos la mitad de sus funcionarios públicos dejan que desear con su desempeño. Ella lo sabe, pero hasta ahora no ha hecho nada para remediar el problema. Las advertencias son eso, simples advertencias, pero no pasan de eso.
En materia de desarrollo social o política comunitaria no se ha visto logro alguno, los indígenas yucatecos permanecen en la pobreza total tratando de subsistir a como dé lugar.
Los niños y adultos de origen maya vagan por las colonias de Mérida dedicados a la mendicidad, mientras que los jóvenes yucatecos siguen viendo la migración hacia Estados Unidos como una alternativa de subsistencia.
El campo, por su parte, yace en el abandono y ni los cultivos de traspatio son ya una fuente proveedora de alimentos para quienes antes vivían de las gallinas, los pavos o los cerdos.
En materia de turismo Yucatán está por la calle de la amargura, porque no deja de ser un Estado de pocos turistas, que optan por los estados circunvecinos para estar más días. Turistas nacionales y extranjeros seguirán viendo a Yucatán como de “simple paso inmediato” para sus planes en tanto no les den algo más atractivo.
Los dueños de hoteles y agencias de viajes de Yucatán, "en corto", en privado privado, se truenan los dedos porque no llenan sus cuartos y se ven imposibilitados para pagar la nómina.
Los apoyos gubernamentales son mínimos y como muchos empresarios, tienen que patalear en la Ciudad de México y otras entidades para atraer "con la venia de Dios" a algunos visitantes.
Lo que uno no termina por entender es por qué hoteleros y agencieros aplauden públicamente a las autoridades locales y en privado las cuestionan, las critican, al grado del insulto mórbido. Hay miedo.
Y así como esas secretarías que de “vanguardistas” no tienen nada, muchas otras más padecen y sufren esa situación por culpa de sus titulares. Ese es el gobierno de la Nueva Mayoría que aún no está a la altura de las necesidades sociales.
El Mismo Camino
“Yo, por mi parte, seguiré el mismo camino, estando con los que menos tienen… En 36 meses no hemos solucionado todo... pero estamos terminado los cimientos para construir el nuevo futuro de Yucatán”, dijo la Gobernadora en su Tercer Informe.
Palabras, palabras y más palabras. Lo peor de todo. Seguir el mismo camino cuando no es el adecuado; querer construir el llamado "nuevo futuro" de Yucatán con las mismas políticas públicas obsoletas y anacrónicas, cuando el presente está delicado.
Un gobierno con escasa obra y que difunde sólo nimiedades, basado en la publicidad y la mercadotecnia, es un gobierno inútil socialmente hablando.
Es mentira que la titular del Ejecutivo haya pronunciado un discurso “autocrítico”, porque muchas cosas se callaron o se ocultaron. Los políticos que se basan en la falsa línea de la difusión se engañan a sí mismos – aunque no a la sociedad- y terminan por perder lo poco ganado.
Tres años de gobierno de lento avance. Esa es la realidad de Yucatán. A Ivonne Ortega le quedan 26 meses de administración para cambiar el rumbo de la historia. Será definitivo para su equipo de trabajo que, hoy por hoy, se truenan los dedos porque saben bien su realidad.
agencia_35@hotmail.com



